Un escenario, cuatro músicos, una lista de temas... En sus orígenes el tango fue concebido como un proceso grupal en el que cada músico aportaba a la sonoridad resultante. No existía la figura del “arreglador”, que posteriormente fue el encargado de imaginar una sonoridad grupal y escribir lo que cada músico debía tocar. Hoy se está volviendo a esa forma original de tocar el tango, permitiendo que cada músico aporte ideas desde su instrumento, y así crear un nuevo “arreglo”, en el momento. Una invitación a vivir el tango de otra manera, desde la improvisación, eso es “Tangos sin arreglo”.
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